Érase un hombre...solo un hombre, un hombre que le enseñó el cielo.
Un hombre que le colgó una estrella del cuello.
Un hombre incansable como el movimiento de las olas.
Un hombre protector, un hombre sencillo a la vez que complicado.
Un hombre, su hombre.
Solo bastó con una noche para saber que era él, una noche juntos, frente al mar. Una noche difícil de explicar. La luna de fondo y dulces palabras, un abrazo a tiempo y al final...solo un beso.
Es genial.
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