martes, 22 de noviembre de 2011

~XYJane~ [Cap.4]

Una suave nube vapor inundaba la habitación, en esta se mezclaban ligeramente distintos perfumes creando una fragancia armoniosa para cualquier nariz que se precie. Poco a poco la suciedad de su cuerpo iba cayendo junto con el agua y la espuma, bajo esta una piel blanca y tersa salía a la luz, a pesar de su belleza estaba marcada por infinitud de cicatrices, las cuales sin comprender porque parecían mas tenues que otros días. Algún que otro tatuaje danzaba por su espalda, deslizándose sobre sus curvas y adoptando formas inimaginables. A veces eran ocultados por largos mechones de su pelo, ahora rojo como el fuego y algo más largo que antes. Nunca lo llevaba tan largo porque se le ensuciaba mucho y como pocas veces tenía la oportunidad de ducharse así que optaba por la opción de llevarlo lo más corto posible, incluso había veces cuando se transformaba en un chico que iba totalmente rapado para menos complicaciones.


Cuando cerró el grifo la realidad se le impuso de una manera demasiado brusca ¿cómo iba a convencer a ese tío de que no era peligrosa teniendo esos poderes? Debía de contárselo todo, por muy doloroso que le resultase ya que él era la última opción que le quedaba en esa ciudad. Si eso no salía bien, mejor sería que se fuese buscando otra personalidad y volviera a cambiar de país. Se vistió con una camiseta de tirantes blanca y unos pantalones de camuflaje que encontró en el baño, ya luego pediría perdón por ponérselo pero no iba a salir desnuda a buscar sus bolsas fuera. Al abrir la puerta del baño todo el vapor salió fuera dejando entrever su figura, al fondo Ryo estaba sentado en el sofá mirando el techo con una cara de poema que nadie sabría bien como explicarla. Con paso cauteloso se acercó y se sentó a su lado, como estaba descalza puso los pies en el sofá sentándose sobre sus rodillas.


-Bueno...creo que ya estoy lista, supongo... -se rascó la nuca sin saber muy bien por donde empezar, él giró la cabeza fijándose por primera vez en ella desde que había salido del baño, por un momento se quedó atontado mirándola, luego soltó un “¡woah!” asustándola y haciéndola retroceder- ¡pero que haces! -reía mirándole como si se hubiera vuelto loco, por el contrario él no podía dejar de mirarla mientras un hilillo de baba comenzaba a caerle de la boca, poco a poco se iba acercando a ella- ¡tío reacciona, que me estás dando miedo! -le gritaba llegando al filito del sofá


-Con que así eres de verdad...debajo de toda esa porquería está esta tía tan buena..¡y te tendré que protegerte!-su cara de pervertido aumentaba considerablemente-


-No se yo quien se va a tener que proteger de quien, ¿sabes? ¡Y aléjate! -estiró el pie separándole de ella mientras él aún hacía el intento de avanzar, lo que no supo fue como pudo llegar hasta la otra esquina del sofá de un solo empujón- ¿ya no te interesa porqué cambió mi pelo? -le preguntó alzando una ceja cuestionando lo mal protector que era.


-¿Eh? ¿Que pelo?.. ¡Ah si! Bueno, si me interesa, como a todo buen detective pero.. -lo siguiente lo dijo en voz mas baja- es que con esos pechitos....-su cara volvió a tornarse demasiado pervertida para el tema que estaban tratando.


-Mira, si no le vas a echar cuenta a mi encargo será mejor que me vuelva a mi casa -hizo el amago de levantarse pero con una rapidez asombrosa Ryo se acercó a ella y la agarro de las manos poniendo su cara de tío sexy y maduro con la que “en teoría” las conquistaba a todas.


-Por favor, no te vayas, yo escucharé tu historia. -dijo con voz solemne. Jane suspiró, seguía sin fiarse de aquel tipejo pero no podía ignorar las buenas referencias que le habían dado de él así que con un gran pesar empezó a contar su historia. En el momento en que las palabras comenzaron a salir de su boca, su semblante cambió por completo, sin darse cuenta el color de su pelo se fue apagando hasta quedar totalmente negro, sin ningún brillo, algunas de las cicatrices que dormían sobre sus brazos comenzaban a despertarse tomando un tono mas latente, como si estuvieran hechas desde hace poco. Ryo no perdía detalle de cada uno de los efectos que revelaba su cuerpo, esto le fascinaba así que por un momento olvidó sus sórdidas intenciones y prestó atención a su historia.


“Apenas rozaba los dos años cuando me secuestraron en la puerta de la guardería, yo ni si quiera lo recuerdo, lo se porque se lo oía comentar a algunos de los científicos que se ocupaban de mi. La verdad es que tampoco me acuerdo de como llegué a ser así, tengo vagos recuerdos en los que estaba horas tendida sobre una camilla, a veces me inyectaban cosas, líquidos raros...eso me provocaba unos dolores inimaginables, algo que no se como describirlo, creo que a veces llegaba a perder la consciencia de lo fuerte que se hacía esa agonía."


Tragó saliva con dificultad, no era un buen trago contar aquello.


“También recuerdo un tiempo en el que me quedé ciega, no se ni a que edad fue ni cuanto tiempo, solo se que pasó y que fue bastante duro vivir en esa oscuridad constante. Tuve que aprender a moverme yo sola, si no lo hacía por mi cuenta ya me podía morir del asco que ni siquiera me llevaban algo que comer. Recuerdo que algunas veces me sentía tan derrotada que ni hablaba con mis compañeros, solo me quedaba encerrada en mi celda, mirando a donde suponía que estaba el techo, sin hablar, sin comer, sin moverme...solo seguía existiendo, sin mas. Me enteré de que mi cuerpo estaba cambiando gracias a mis compañeros, pero claro, yo no supe nada hasta que poco a poco fui recuperando la vista. Cuando aquel día me miré en el espejo creía que me estaban gastando una broma de mal gusto, que habían puesto a una chica al otro lado del espejo para simular que fuese yo...pero no era así.”


Suspiró.


“Cada día descubría cosas nuevas en mi cuerpo, nuevos cambios, nuevas habilidades...aunque claro, todas restringidas por los científicos, no te creas que me dejaban hacer gran cosa. Después de esto las intervenciones en los quirofanos aumentaron, cada vez eran mas duras, la verdad es que no se como llegué a sobrevivir. Con lentitud iba creciendo, iba conociendo a compañeros en la base, aunque fuimos muy pocos los que llegamos hasta el final, la mayoría iban desapareciendo, al parecer..no sobrevivían a los experimentos. Cuando ya era algo más mayorcita me enteré de que lo que nos estaban haciendo era convertirnos en armas, fuimos creados para ser una nueva generación de super niños, de mutantes....los que venderían posteriormente a las grandes potencias para poder llevarnos a guerras incluso contra nuestro propio país, aunque a decir verdad yo ya había perdido la fe en mi país y en el de cualquiera.”


Hizo una pausa y le miró, su cara no decía nada, solo permanecía concentrado, indagando en su historia, era la primera vez que veía esa cara en alguien.


“Toda mi vida cambió el día de la explosión. Yo estaba encerrada en mi celda, como todas las mañanas, miraba por la ventana el cielo, recuerdo que el día estaba nublado, con un gris amenazante, de pronto un extraño ruido me sacó de mis pensamientos. Al principio pensé que había sido un trueno pero vi que me equivocaba cuando la puerta de mi celda se abrió de golpe, como por arte de magia. En el pasillo todos mis compañeros corrían como si les fuese la vida en ello, recuerdo que cuando me di cuenta estaba corriendo con ellos hacia un enorme agujero que se había hecho en una de las paredes, al salir todos nos fuimos separando y desde aquel día no he sabido nada de muchos de ellos. Después de eso vagué por el mundo cambiando constantemente de aspecto, cada mes me implantaba una nueva personalidad y empezaba de nuevo. Constantemente he tenido a los … cabrones estos detrás mía, queriendo atraparme para seguir con los experimentos pero...ya ves, no lo han conseguido. La verdad es que últimamente están más brutos de lo normal y estoy algo acojonada porque han llegado a hacerme muchísimo daño...por eso he acudido a ti, para que me ayudes a librarme de ellos.”


Ryo no sabía que decir, sabía que las mafias japonesas eran capaces de cualquier cosa para conseguir sus propósitos pero jamás hubiera pensado que hubiese personas tan malvadas como para hacerles esas cosas a críos de apenas dos años. Su historia había conseguido atraparle, sentía pena por ella, por sus compañeros, por todas las vidas que habían destrozado, por haber acabado con todas y cada una de las ilusiones que esa chica podría tener. Esa tarde se propuso que no descansaría en paz hasta liberar a esa chica de la tortura que esos malnacidos le habían impuesto. Definitivamente...


-Jane, acepto tu encargo.



~Scarecrow~

domingo, 20 de noviembre de 2011

~|Érase una vez un sueño|~

Fue un sueño, solo un sueño.

O eso quiere creer mi mente.


La habitación permanecía oscura pero a su vez brillaba,

varias figuras enfundadas en sus trajes de gala bailaban,

brillantes mascaras las cubrían sus caras

sonreían.


Cada paraje giraba y reía, era su baile y de nadie más.

Unos ojos brillantes se posaban en ella

la seguían por toda la sala

la atrapaban.


Unas manos enfundadas en guante taparon sus ojos,

la atrajeron lejos del vals, lejos del mundo

la sala empequeñecía,el ruido se desvanecía.

Aún en un mundo de oscuridad, preguntó:


¿Quien eres?

Soy tu

¿Quien soy yo? Ni si quiera lo se...

Tu eres yo..y yo..soy tu.


Ahora era una venda la que caía de sus ojos,

su cara permanecía cubierta con una máscara, su propia máscara...


No te conozco...

¿Acaso te conoces a ti misma?

Conozco lo que me rodea...

Yo estoy más cerca de ti de lo que crees.


"Yo soy tu, tu eres yo

somos el mismo espantapájaro,

abandonado en ese campo desolado

donde ni si quiera miran los pájaros

donde ni si quiera se acercan los humanos."